sábado, 29 de noviembre de 2008

UNA METAMORFOSIS DURA DIECISIETE PISOS

Tengo 19 o 40 años al mismo tiempo, me gusta el rock, o el tango, mido 1.90 o 1.70, nunca puedo bajar de ahí, algunas tardes voy a cine con mis amigos, otras lo detesto, y prefiero ir a un centro comercial a ver ropa de marca…

Camino, camino por mi cuarto, me tomo el café de la mañana y el suspirito final esta vez no sirvió, estoy agotado. Los vecinos escuchan música, la leche de la rutinaria bebida estaba cortada, y lo peor: se ha caído la red. Hace mucho no tenía un día tan malo. Esto me recuerda la vez que tenía una novia, y sí que soy un don Juan, puedo charlar con cinco novias al tiempo. Pero bien, mi novia, decía llamarse Loretta, sé que tenía una voz fuerte, se le sentía el carácter, y la tonta, resultó siendo hija de una amiga de aquí de mi madre, joder, para ese entonces ya nos enviábamos imágenes y zumbidos, creo que ya la quería.

Y qué hacer? Pues nada, fue doloroso, pero la eliminé de mis contactos. Qué desespero, en la tele dicen que hoy la ciudadcita esta se encuentra debajo de los 6° qué-qué? No! no salgo, y entonces? Si mamá me viera me gritaría de una flojo! Nací y crecí muy cerca de un páramo, allá lo raro era ver el sol, pero aquí me cubre un gabán larguísimo y no me calmo, acá nada calma.

Está bien, lo he decidido, ¿qué más hacer? Saldré a pagar el Internet, ese es todo el problema, con esta falta de ganas lo había olvidado. El trabajo. Relajado, dejo la contestadora y ahí estarán las voces de la gente que llama a quejarse de su celular dañado. Sí, reconozco que me maravilla todo este cuento tecnológico, pero nunca me ha gustado el celular, y justo encuentro trabajo recibiendo llamadas sobre esos aparatejos, bien, no me ha tocado tan duro, nada como Nicolás el vegetariano, que consigue trabajo es en puros mataderos.

Esta calle huele a mierda. Todo esto es mierda, la gente, la comida, bueno, alguna comida es buena, pero ya, caminando y caminando cuento pasos, juego a no pisar las líneas, el color del cielo no me llama la atención, un maldito gris que se parece a los vestidos de Marcela, otra maldita, de la que solo hablo los domingos, y algunos viernes 3 am.

No sé ni por donde pasar, a este lado el mimo, al otro la estatua, si miro más allá, la pareja bailarina, o la tipa del violín. Yo no doy monedas, ni siquiera miradas, uno aquí da, y quien le da? Le dan por culo diría una peliculita española. Sin darme cuenta, he llegado a la oficina de pagos. Buenas tardes. Tienes horas. Cuánto paga usted. Cuánto pagas tú. Muchas gracias. Hasta luego. Este parlamento se lo saben de memoria en este tipo de lugares, y el reál? Qué tienen de buenos. Es que no tiene pa’ un reloj o qué. Este tiene cara de zángano y pagar menos. Uy el tipo se ve con plata. Esta si es que no sirve para nada. Menos mal ya se fue. Me pongo a contar billetes, acaricio la cara de Policarpas, caudillos y poetas, todos muertos como yo. Se me cae un billete y miro de reojo a un chulo que se lanza a cogerlo, y cuando volteo bruscamente, el mansito me dice con toda frescura: viejo! Se le calló un billete, ya se lo iba a dar, tenga más cuidado. Qué buen ciudadano, me dan ganas de abrazarlo, o de gritarle: hijueputa! No me pudiste robar!

Mirando billetes, contando plata, me acuerdo que yo casi nunca tenía en mis manos, ni en mis bolsillos, ni en ningún lado platica, algunas pocas veces, cuando tocaba ir a votar a otro municipio, o cuando doña Gertrudis se enfermaba que cogía carrito y tocaba pagar, pero de resto nada, nada de plata, por eso camino aquí, camino tanto, porque si quieres ir a donde un amigo, coge un bus porque vive en Suba, si tienes una vuelta, fijo te mandan para Kennedy, es que ni siquiera sirve vivir en el centro, porque a todos les queda lejos la 30. y bueno, hoy, la plata, se me va a ir como cada dos meses en la cuota de la red, me molesto conmigo mismo, me regaño, me grito que voy a dejar la maricada, cojo fuerzas, me salgo de la fila, doy media vuelta, soy un hombre nuevo. Qué va. Sólo di un pasito y me metí de una en la fila de nuevo, sólo quedaban dos personas, y yo se que sin Internet, sencillamente no vivo.

Salir de esta vuelta me quitó un poquito de peso del estómago, el que nunca se va a ir, el predecible cigarro en la esquina, hace tanto no salía, hace tanto tan encerrado y medianamente aceptable, tengo que ir al café. Eso sí que lo disfruto en esta ciudad, el ruido de los carros es segregado, y en lugar de eso una buena musiquita me pega, la tipa que trae el tinto me mira como esperanzadora, lo que no sabe, es que yo ya ni parezco humano, que no salgo de mi casa, que no me importa ninguna mujer, y que en una de estas, ya no voy a funcionar como órgano sexual.

Mucho tiempo fuera de casa. Me empieza a ahogar la gente, pero estoy ya lejitos, y por aquí una cerveza me caería apenas, suena una cancioncita de Sabina, la cosa se compone. Mierda. Pero ahora llega mucha gente, se lleno el lugar, y así no vivo yo, me asfixio, no sirve ni la nicotina, solo falta que se acerque alguna persona amable, a mentirme y a venderse, a joder diciendo que sólo quiere un rato agradable.

En Los Pinos era muy distinto, generalmente cada uno en su casita: mi mamá chismoseando con las vecinas, pero nunca asfixiaba la gente, nunca uno sentía que el mundo se lo iba a comer, y aquí uno se encuentra vallas publicitarias, que lo incitan a comerse al mundo. Rápido. Salgo de ahí. Rápido, camino rápido, y de nuevo, cuando miro más arribita de mis pies, la recepción del edificio, mi casa. Pensando en uno mismo se superan diecisiete pisos de un ascensor, y pasa lo que dice Cortazar, dan ganas de llorar, no me gusta sentir lágrimas, entonces me apresuro a abrir la puerta, seguir con la ventana y gritarle a esta ciudad que ya no me da miedo, que este campi se adapto, y no le dio duro la modernidad, y bueno, cierro la puerta, dejo la leche que compré en el refrigerador, prendo el computador, y mientras carga escucho los mensajes, no hay mucho trabajo, un par de llamadas y listo.

Se conectó la niñita que está como en décimo en el colegio, dice que se llama Natica, suena delicioso, así le pondré a la muñeca inflable que me llega en la tarde, nos vamos a divertir, nada de polla, solo besos. Soy un descuidado, mi facebook se desactualizó por horas, me asomo a la ventana a fumarme un cigarro, se ve Monserrate, a mi mamá le gustaría conocer, pero no la traería.

Tintuntintuntintuntintuntintuntintuntintuntintuntintuntintuntintuntintuntintuntintun

Timbraba y timbraba el citófono, llegó mi muñequita, tan englobado como para no contestar escuchando tantas llamadas. Sube el tipo con la caja, y me mira muy gracioso, sonríe y me saluda con amabilidad, así que saco la muñeca enfrente de él, y mira de nuevo con una cara de asqueado, como gritándome pervertido! El correcto tipo recibe una llamada, y empieza a hablarle vulgarmente a la damita que esta detrás del aparato, él, el correcto.

Juego un rato, prefiero las muñecas inflables que las pajas, no se trata de eyacular, sino de soltar la energía, pero ya por hoy ando cansado y prefiero ir a la cama, intentar dormir, no puedo, me conecto, no hay nadie, que tristeza, no suena ningún pitico anunciando un saludo de alguno de mis amigos.

Y pienso y pienso, y me pregunto desde cuando mis amigos tienen todos carita verde, hablan con los dedos, y yo escucho por los ojos, toda mi vida es tan virtual en sí misma que no quiero devolver el tiempo, sino oprimir fuertemente un control Z. Me acuerdo del pueblo, los besos de Marcela, la mujer que destruyó mi vida, y acabo con mi amor a las mujeres y al mundo, si, amo a mi madre, pero a ella, a las mujeres no, me dan risa, ya no duele, pero por las noches, a eso del tercer cigarro, compañero del insomnio, se me entra un frío por la espalda, me duele, me deprimo, quisiera tener cianuro cerca, pero resultaría doloroso.

Hijueputas vecinos con su ruido y su música, y los gemidos de la vecina, y los movimientos del vecino, sigo recordando mi llegada a la ciudad, los carros, me daba mucho miedo pasar la calle, y es una vergüenza que sigo cargando, me sentía pequeño, y eran sentimientos nuevos, la entrada en la universidad, conocer la hierba, que el perico, que alguito más fuerte, un trabajo más relajado, adquirir vivienda, salirme de estudiar, enamorarme del alcohol, trabajar en la casa, adquirir insomnio, adquirir algunas deudas, adquirir televisor, adquirir nuevo pela papas, perder una vida.

La noche pasó lenta, pesada, la siento en mis ojos, me pesan, me pesa el cráneo, me pesan los brazos, no quiero levantarme, me siento peor que nunca, pienso en irme para Los Pinos, llevarle algo a mi mamá, pero para qué, allá la gente ya tiene celular y hablar con ella solo llevaría unos cinco minutos, de cualquier forma se pierde el encanto. No hay cigarros, no hay comida ni ganas de comer, y de tanto pensar soy yo mismo tres personas, somos tres quienes hablamos, porque hay tantos Doctor Jekyll y Mr. Hyde, tantos lobos esteparios, pero no somos dos, somos tres, aquel jovencito noble del campo, que cuenta como vivió de pobre y de feliz, que no sabía hablar bien, que ni siquiera tenía zapatos; el otro, una imitación bohemio, que sale por la ciudad, que usa gabanes largos, fuma, escucha Sabina, lee Cortazar, toma tintos y cervezas, habla de Woody Allen y suena tan refinado ah, y por supuesto detesta la raza humana. Y el otro el que está aquí, adentro, sentado en frente del computador, jugando a la vida socio-virtual, interesado en imaginarios, estúpido, irrespetado. Esta mañana, los tres se miran, se burlan entre sí, se sienten burlados, lloran, no se quieren, y en la mitad el tiempo, que no deja de moverse y entonces qué hacer? Lo de ahora, hablar con usted, contárselo al aire, y salir caminando por la ventana, el vacío es lo de menos, más vacío que yo, únicamente la nada, y a esa tampoco le temo.

3 comentarios:

Anita y Marcello dijo...

pobre rodolfo, un emo a los 50, como lo trata la vida, y vos tan joven y con ese exceso de talento, cada letra tecleada y absorbida es una gota de vida, unas nauseas orrendas que recorren con adrenalina mis piernas y espalda cuando veo unas escaleras y un edificio de esos, pienso que en cualquier momento podria caer alguien encima, cuantos personajes como este ah?

Anónimo dijo...

Espejismos, realidad ajena, fragmentada y descompuesta,
la metamorfosis esta , la de 17 pisos
en elevador o en escalera, al reves la he leido, y nada, no pasa nada despues de subir y bajar, supongo qeu hay muchas trampas de arena ............

JUAN BEAT dijo...

salud!!! para el segundo número del fanzine me mandas algo, algo sobre lo jodido y la desesperanza, ese molinero, buen tipo, salud...