ALGO FRIO EN MI INTERIOR

Ya no se podía follar más. Yo sabía que él ya estaba seco, que no podría ni levantar un brazo o mover un dedo por más esfuerzo que hiciera, y en cambio yo, dispuesta a continuar muchas horas más, con el deseo aún presente en los ojos y en las manos, pensando en que fue un polvo bueno dentro de todo lo convencional, pero que no me saciaba, que necesitaba sentir fuerza, que necesitaba que destrozaran mis entrañas, que necesitaba estar arriba para enseñarle lo que era rapidez, para bailar y saltar encima de sus genitales cantando Janis Joplin. Cuando estaba dispuesta a lanzarme encima suyo, encontré la media mirada de la vieja de alado en mí, ella, que con una elegancia increíble acababa de ser espectadora de una serie de movimientos y gemidos un poco con pereza, con esfuerzo, fingiendo, y ella, inteligente como todas que sabía que yo abajo estaba en medio del infierno del aburrimiento, pero que con unos cuantos míos arriba, todo estaría bien en mi, y no sé qué pasó pero me sentí avergonzada, y preferí esperar a que ella se diera la vuelta. Lo pensé más de una vez, hasta que cogí su mano, y empecé a meter sus dedos en mi boca, empecé a chuparlos y a morderlos violentamente, con una respiración agitada y fuerte, me acerqué a su oreja y a su cuello, pasé mi lengua inspeccionando toda la zona, y cada vez más excitada, me posé encima suyo, y cuando lo miré, sus ojos estaban cerrados, hijo de puta, estaba profundamente dormido, pero yo no me quería ni masturbar, ni quedarme con las ganas, entonces estúpidamente toqué su falo, y estaba como cuando está en frente de padres y amistades, y si él no podía ni mover un dedo, menos iba a lograr despertárselo, pero algo raro ocurrió, empezó a ponerse duro y grande, sonreí, empecé a tener sexo conmigo misma, a tocarme, a sentir mi placer, a no tener que fingir a nadie, y rápido, más rápido, el vacío de mi estómago empezaba a llenarse, qué satisfacción, pero qué, al fin y al cabo era como otra masturbación, y me da vergüenza decirlo, pero no me importó, seguí allí, riendo, y le miraba la cara con burla, con superioridad, y hacía una cara muy extraña, quien sabe qué estaría pensando en ese momento, solo sé que a punto de llegar al orgasmo me di cuenta de algo que no esperaba, este hombre insignificante, no respiraba, mierda!!!, es que no sirve ni para vivir, pensé sacando un poco de la frialdad que tengo adentro, y recordé que sí tenía algo frío adentro de mi, y estuve por un segundo en el conflicto de terminar o no, y luego pensé en que cómo era posible que este tipo muerto todavía estuviera erecto, entonces, con toda naturalidad deduje que tal vez su última voluntad era complacerme, y terminé con unas risitas bien bonitas, me quité de encima, y él seguía empinado, pero me dio miedo seguir.