sábado, 11 de octubre de 2008

A SATISFACER LA CARNE

Vivía encerrado en un calabozo doble. Oscuro, sucio, oliente a pis rancio. Las rejas podridas por el oxido rechinaban su dolor. Siempre estuvieron abiertas, mas daba miedo salir. Esto es un hogar de ratas, lo habías advertido de antemano. Riiinnnnggggg!!!! Hora de visitas y la banca de enfrente continúa vacía. No hay rastro de tu aroma, ni neuronas que lo extrañen. Mañana me ejecutarán. Sin últimas sonrisas, ni despedidas de abrazos irrespirables. Tan solo vendriás a gritar ¡Fuego! Mi último deseo un helado sabor ácido, cualquiera puede ser. Lulo, limón, leary, loyo, lino, lila, lola. Aaaahhhh lola...
Postrero día de existencia por un crimen que SI cometí. Exceso de ingenuidad. Leí anoche esa última carta tuya de hará unos seis meses atrás, escrita de afán malaganoso, envuelta en las paredes del agobio. Si. Ahora ya estoy bien, ya no me quejo de mi suerte.

1 comentario:

Sic dijo...

el sabor a condena, en un lugar sin cajones, totalmente abandonado y lisergico, que sonria el publico invitado a la ejecuccion, jeje que coman helado y que transite por alli una risa pegajosa, la de un ciego, su mejor amigo, que tampoco se queja de su suerte.

saludos marcelo, nonono saludos es demasiado adulto, bueno nada que buen escrito este.